Le temblaban las manos cuando tuvo que elegir



Le temblaban las manos cuando tuvo que elegir a qué última tabla agarrarse en aquel momento que tan duro se le hacía. Nadaba en un mar en calma en el que imaginarios tiburones la acechaban hambrientos de su tranquilidad y deseosos de remover sus entrañas.

Estaba muy pálida. Había pasado demasiadas horas a la deriva aguardando por aquella lancha de salvamento que, tras conocer su situación, prefirió no desviarse de su recorrido y continuar navegando rumbo a la orilla. En la playa se celebraba una fiesta que, para el tripulante de aquella lancha sin duda era mucho más importante que ella.

Jura que sólo pudo verme a mí en medio de las aguas, cuando sus fuerzas estaban a punto de darse por vencidas, pero yo le he asegurado que esta noche, muchas éramos las tablas que nos manteníamos a flote tanto para ella como para cualquier otro náufrago que precisase de nuestro apoyo.

Llegó hasta mi pálida, temblando y profundamente agotada. Me abrazó con todas sus fuerzas, llorando y pidiéndome que no la soltase. No la solté. Jamás podría hacerle algo así.

No tardó en ser consciente de que conmigo ya estaba a salvo. Los tiburones no tardaron en desaparecer e incluso esbozó unas cuantas sonrisas que el cariño y la seguridad de un sinfín de tablas a la deriva, que al fin fue capaz de ver, somos capaces de dibujar.

Nunca hemos sido nada más que simples trozos de madera que flotan sobre el agua, nadie nos ha tenido jamás por otra cosa. No tenemos un botiquín como las lanchas de salvamento, pero somos capaces de apaciguar las tempestades del alma de los que a nosotras acuden.

Entre todas nos unimos, formando una gran tabla sobre la que se durmió como sólo haría una niña inocente y confiada. Nos apresuramos en acercarla a la costa. A la costa opuesta en la que se celebraba aquella fiesta que había sido la causa, muy posiblemente, de su incomprensible abandono.

Ahora sólo nos queda esperar a que la cura de sueño haga su efecto y que las primeras luces del alba la carguen de la energía que precisa para ponerse en pie y caminar tierra adentro. Sin volver la vista atrás. Sin dirigir la mirada al mar que quiso ahogarla y a quienes no quisieron ayudarla. Dónde no existen los tiburones. Más allá de las fronteras de la costa...


La fábrica de sueños cerró por vacaciones

La fábrica de sueños cerró por vaciones y entonces se produjo el caos.Todos los que allí trabajaban estaban acostumbrados a hacerlo durante las 24 horas de los 365 días del año más el de aumento en los bisiestos. Sin descanso y sin vacaciones para que los mortales de apié pudiesen disfrutar de sus dulces sueños.

Durante el primer día nada pasó. Era un día como otro cualquiera pero sin sonrisas profident en las caras de la gente, dado que nadie había tenido un sueño de esos que cuando te despiertas y lo recuerdas, te hace suspirar profundamente. Pero al segundo día... la cosa se agrabó. Digamos que los del montón, esos hijos de vecino que podríamos ser tanto tú como yo, simplemente estábamos un tanto... irascibles y gruñones.

No así le ocurría a esa gente de copete y postín que se codea con la élite más elitosa, para ellos fue mucho peor... La hija de mi vecina MariPuri, que se fue a vivir a Miami, asegura que iba tranquilamente caminando por la calle cuando, para grata sorpresa, se cruzó con Orlando Bloom. Le faltó tiempo para sacar su recién estrenado móvil con de todo y más, para hacerle una foto al muchacho. Y cuando se disponía a hacerlo, el supuesto Bloom fue arrollado por el Bloom verdadero, quien le dio una considerable paliza. Pues parece ser que entre los empleados de la fábrica de sueños, se encontraban una larga lista de clones de personajes con los que muchos y muchas hemos podido soñar en más de una ocasión.

Como es lógico, la noticia de lo sucedido entre el Bloom verdadero y el Bloom clónico (el empleado de la fábrica), ocupó al completo los medios de comunicación. Dando lugar a que por un lado, los Bloom, Clooney y demás no perdiesen los papales al verse las caras con sus "supuestos impostores", y por el otro, a que los demás soñásemos (aunque esta vez despiertos) con que nos los podríamos encontrar por la calle. Porque aunque no fuesen los originales, a nadie le amarga un dulce.

Lo que os acabo de contar, no fue más que un pequeño malentendido que se produjo, el verdadero caos vino después. Resulta que algunos de los empleados más afines entre ellos, organizaron excursiones de grupo para sus vaciones y claro... los ataques de pánico sufridos por algunas chicas al ver al grupo de "las suegras" (todas unidas y a una...) con las que muchos sueñan y tienen pesadillas, fueron considerables.

Y ya no os quiero decir nada de los que se encontraron al monstruo del saco veraneando en Ibiza; a la profesora de matemáticas (cuchillo en mano) en la playa o a seres de ultratumba que vuelven para vengarse. Mi hermana jura y perjura que mientras compraba en Mercadona, vio a un par de tipos con bigote, uno alto que hablaba muy raro y otro más bajito pero que sí hablaba en castellano que le resultaban familiares aunque no lograba recordar de qué, y que un escalofrío la recorrió de arriba abajo nada más verles.

En fin, que visto lo mal que han resultado las vacaciones de los trabajadores de la fábrica de sueños, parece ser que en un par de días volverán todos al trabajo, para evitar males mayores.

Por si os interesa mi anécdota, os la voy a contar: yo, creí encontrarme con el empleado cuya función era la de hacerse pasar por Mark Van der Loo, y por aquello que os dije antes de que a nadie le amarga un dulce, me lo ligué. Después me di cuenta de que me había equivocado, era el verdadero Van der Loo al que me ligué, y no un empleado que disfrutaba de sus primeras vacaciones...



Nuevo diseño del Blog¡!

Me daba un montón de pereza porque pensaba que sería más complicado, pero al final lo he hecho: he redecorado el aspecto de mi blog!! =D
Ahora es un poco más complicado meter cositas (widgets y demás) en la columna (sidebar) de la izquierda, pero creo que merece la pena porque la nueva plantilla (teamplate) me gusta mucho!!
Ale, y ahora que ya lo he dicho y que he demostrado que me sé tres palabrejas raras, me voy con viento fresco!! xD
¿Qué os parece?
P.D. Es lo que tienen los viernes por la mañana en el curro, que son muy aburridos! xD

La mirada que le devolvió el espejo no era la suya

La mirada que le devolvió el espejo no era la suya propia, ¿cómo diablos podía serlo? Ese rostro marrón con manchurrones negros por todos lados y esos ojos de mapache que la miraban desafiantes...
Precisamente fueron esos ojos los que le hicieron darse cuenta de la realidad y culpabilizarse por ello. La noche anterior había salido hasta las tantas; había bebido demasiado; había bailado y, por lo tanto sudado, una barbaridad y se había desfasado más de la cuenta. Si había llegado a su casa (o eso creía, porque era evidente que aquella era su casa, pero no recordaba como ni de qué manera había llegado hasta allí) tan extenuada que ni siquiera se había planteado la idea de desvestirse y ponerse el pijama, ¿cómo iba a pensar siquiera en desmaquillarse?
De todos modos y para asegurarse, volvió a su dormitorio (el olor a vodka con limón hizo que el estomago se le encogiera y le entrasen ganas de volver corriendo al cuarto de baño), encendió la luz e hizo la definitiva "prueba del algodón" observando la almohada con detenimiento. Y su fiel compañera a quien le consultaba todas las decisiones importantes que debía o no tomar, le corroboró su sospecha. La pobre almohada presentaba incluso más manchurrones que su propia cara. Diferentes tomos de marrón, algo parecido al beige, unas cuantas marcas de carmín y crespones negros de rimel y lápiz de ojos la decoraban, y un demasiado almibarado aroma la endulzaba muchísimo más de lo estrictamente permitido.
Volvió al cuarto de baño, se lavó la cara y se la secó con la toalla. Se cepilló los dientes y volvió a mirarse al espejo para ver si ahora ya reconocía el reflejo que este le ofrecía como propio. Hicieron falta una mezcla de jabón y agua tibia y algo así como un cuarto de
frasco de leche desmaquilladora para que por fin se reconociera a sí misma en el espejo. Pensó en prepararse un café bien cargado para espabilarse, pero al final decidió volver a la cama y seguir durmiendo.
Volvió a su cuarto y se tiró de bruces sobre la cama. De repente, escuchó algo que parecía ser una profunda respiración. Reptó sobre las sábanas y sacando la cabeza fuera de esta, miró hacia el suelo.
No estaba sola. Sobre el suelo de su dormitorio y tapado con la alfombra, dormía plácidamente el chico por que había suspirado durante meses. ¿Habría pasado algo entre ellos? Imposible, los dos seguían vestidos.
Se tapó la boca con la todavía manchada almohada, ahogando en ella un grito de "¡oh dios mío, no es posible, no puedo creérmelo!". Estiró la mano hasta la mesita de noche, cogió las gafas, se las puso y volvió a mirarle.
(...)
La primera noche que durmió bajo el mismo techo que el tío buenorro por el que estaba coladita, le sirvió para dejar de estarlo. Así tirado en el suelo, tapado con la alfombra, con la boca abierta y esa babilla que colgaba de ella, formando ya un pequeño charco en el suelo... ya no parecía tan guapo ni tan especial...