La mirada que le devolvió el espejo no era la suya

La mirada que le devolvió el espejo no era la suya propia, ¿cómo diablos podía serlo? Ese rostro marrón con manchurrones negros por todos lados y esos ojos de mapache que la miraban desafiantes...
Precisamente fueron esos ojos los que le hicieron darse cuenta de la realidad y culpabilizarse por ello. La noche anterior había salido hasta las tantas; había bebido demasiado; había bailado y, por lo tanto sudado, una barbaridad y se había desfasado más de la cuenta. Si había llegado a su casa (o eso creía, porque era evidente que aquella era su casa, pero no recordaba como ni de qué manera había llegado hasta allí) tan extenuada que ni siquiera se había planteado la idea de desvestirse y ponerse el pijama, ¿cómo iba a pensar siquiera en desmaquillarse?
De todos modos y para asegurarse, volvió a su dormitorio (el olor a vodka con limón hizo que el estomago se le encogiera y le entrasen ganas de volver corriendo al cuarto de baño), encendió la luz e hizo la definitiva "prueba del algodón" observando la almohada con detenimiento. Y su fiel compañera a quien le consultaba todas las decisiones importantes que debía o no tomar, le corroboró su sospecha. La pobre almohada presentaba incluso más manchurrones que su propia cara. Diferentes tomos de marrón, algo parecido al beige, unas cuantas marcas de carmín y crespones negros de rimel y lápiz de ojos la decoraban, y un demasiado almibarado aroma la endulzaba muchísimo más de lo estrictamente permitido.
Volvió al cuarto de baño, se lavó la cara y se la secó con la toalla. Se cepilló los dientes y volvió a mirarse al espejo para ver si ahora ya reconocía el reflejo que este le ofrecía como propio. Hicieron falta una mezcla de jabón y agua tibia y algo así como un cuarto de
frasco de leche desmaquilladora para que por fin se reconociera a sí misma en el espejo. Pensó en prepararse un café bien cargado para espabilarse, pero al final decidió volver a la cama y seguir durmiendo.
Volvió a su cuarto y se tiró de bruces sobre la cama. De repente, escuchó algo que parecía ser una profunda respiración. Reptó sobre las sábanas y sacando la cabeza fuera de esta, miró hacia el suelo.
No estaba sola. Sobre el suelo de su dormitorio y tapado con la alfombra, dormía plácidamente el chico por que había suspirado durante meses. ¿Habría pasado algo entre ellos? Imposible, los dos seguían vestidos.
Se tapó la boca con la todavía manchada almohada, ahogando en ella un grito de "¡oh dios mío, no es posible, no puedo creérmelo!". Estiró la mano hasta la mesita de noche, cogió las gafas, se las puso y volvió a mirarle.
(...)
La primera noche que durmió bajo el mismo techo que el tío buenorro por el que estaba coladita, le sirvió para dejar de estarlo. Así tirado en el suelo, tapado con la alfombra, con la boca abierta y esa babilla que colgaba de ella, formando ya un pequeño charco en el suelo... ya no parecía tan guapo ni tan especial...

10 comentarios:

  1. Son cosas que suelen pasar... (lo de los manchurrones digo... jejeje) :P
    Me ha gustado mucho, más que nada porque a más de una nos puede resultar un tanto familiar.
    Los manchurrones en la almohada, la resaca, que todo huela a Malibú con piña (por ejemplificar...), pero... lo del tío wenorro en plan perrito sobre la alfombra... eso pues como que no!!
    Mil besotes solete!!

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  2. Jajajajaja, está claro que lo tuyo es el humor XDDDDDDDDDD

    Pero el aspecto de él quizás habría quedado más ridículo si lo sacaras en calzoncillos y calcetines de flores :P

    Besitos,
    Mun Light Doll

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  3. jajajajajjajajaja
    NO me esperaba una muestra de humor tal al final!!

    jejeje

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  4. Gracias por las risas que me he echado con tu relato. me encanta el humor y a tí se te da muy bien.
    Un abrazo.

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  5. ¡Que bueno! Y que real... recuerdo como mía esa sensación tan terrible de intentar abrir los ojos para mirarte al espejo cuando te has acostado sin desmaquillar...

    Lo del tio buenorro no me ha pasado nunca, una pena.... jejeje

    Saludos.

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  6. jejejejejeje pobrecilla... que despertar más horrible
    la imagen del tio bueno arropado con la alfombra está genial ^^ ... me parto!
    un besito guapa

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  7. Que manera de destrozar un amor platónico jajajaja. De todas maneras, ejem, a mi no me importaria nada destrozarlos así...

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  8. jajajaja
    si es que una resaca es inigualable...
    ai esa babilla que se queda colgando cuando dormimos con la boca abierta... puijk!!
    me ha gustado, muy divertido!!
    besotes de frambuesas!!

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  9. Jejejeje, pues vaya!!! Lo que hace falta para desmitificar al tío buenorro por el que está la tipa jajaja, la verdad es que es una imagen impactante eh, sobre todo si la alfombra es persa y de esas que pesan un quintal!!

    Bikiños!

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  10. ¡Que manera de romper el encanto, esa babilla inoportuna!. ¿Como de buenorro estaba el tio?...Quiza merecia la pena, limpiarsela y seguir...je je.

    ¡A mi me gusta el relato!. Salu2

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